Después de que Raúl se negó a unirse al ejército cubano y alzarse en armas contra civiles, la policía lo arrastró del campo de fútbol y lo llevó a la cárcel, donde lo amenazaron y lo atacaron brutalmente. Con tan solo 19 años, él sintió que no tenía otra opción más que dejar atrás la dictadura opresiva de su país de origen. Llegó a los EEUU con la esperanza de ser tratado de manera más justa.