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Luchando por su libertad – y su vida

Detention Center

Jena, LA

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Tras huir de la persecución en Cuba, Yerandy Valdes Ruiz fue rápidamente encarcelado en el Centro de Procesamiento del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en Pine Prairie en mayo de 2018. Durante más de ocho meses, fue privado de la atención médica que necesitaba para seguir vivo.

Ruiz, de 30 años, es diabético tipo I, pero oficiales de ICE le negaron inyecciones de insulina suficientes desde el inicio de su encarcelamiento. También se negaron a darle comida adecuada para su enfermedad, haciendo que se desmaye cuatro veces debido a un bajo nivel de azúcar en la sangre.

Sus niveles de sangre también aumentaban de manera rutinaria a más de 500 - un número peligrosamente alto que puede llevar a una coma diabética. Sus manos y sus pies se infectaron, su vista se deterioró hasta el punto que necesitaba anteojos, y su peso desplomó de 150 libras a 119 libras. Débil y frágil, Ruiz suplicó por su insulina, pero los guardias le dijeron que no se podía hacer nada.

“Estaba letárgico, volviéndome blanco, mis pies me pesaban, fue difícil caminar, y mis riñones e hígado estaban dañados”, dijo.

Como resultado del cuidado inadecuado de ICE, fue transportado a un hospital, donde permaneció durante una semana. Pero cuando regresó a Pine Prairie, nada parecía cambiar.

Un día, Ruiz se quedó con nada más que leche para controlar su diabetes. Sin embargo, estaba tibia, así que pidió hielo para enfriarla. Después de que el guardia que le negó su solicitud lo maldijo, Ruiz fue aún más engañado y menospreciado. Temiendo que el guardia lo golpeara, Ruiz se sintió obligado a disculparse antes de ser bruscamente llevado al régimen de aislamiento. Pasó un mes entero allí, aislado y solo.

Al salir del aislamiento, Ruiz escuchó un rumor que un compañero detenido se había suicidado, y escuchando este rumor puso más tensión en su mente. Otro hombre se había cortado su brazo con un cuchillo y utilizó su propia sangre para garabatear sobre la pared. Ruiz dijo que la autolesión es común en la prisión de inmigrantes, como también lo es estar en cuarentena.

Pero Ruiz está firme en que la cuarentena no sirve ningún propósito.

“Nunca hemos visto a nadie con una enfermedad”, dijo. “Nadie tiene nada. No podemos salir de nuestras celdas. Yo ni pude salir cuando tenía que ver a mi doctor”.

A Ruiz se le ha negado su libertad condicional dos veces, a pesar de las razones humanitarias que podrían ser utilizadas para su liberación. Se le ordenó ser removido de los EEUU el 18 de diciembre de 2018.

“Ellos beben jugo y miran alrededor”, dijo, sobre la actitud de los jueces en la corte, “No miran nuestras pruebas. Las pruebas que trajimos [para el asilo] no significan nada”.

Nueve meses después de que fuera encarcelado, en marzo de 2019, Ruiz fue trasladado al Centro de Procesamiento de ICE en LaSalle, donde está apelando su caso. Después de que la Iniciativa Para la Libertad de los Inmigrantes en el Sudeste (SIFI, por sus siglas en inglés) emprendiera acciones intensas de defensa médica en su nombre, Ruiz obtuvo acceso a suficiente insulina, y recibió un par de anteojos.

En medio de las idas y venidas entre centros de detención, el maltrato médico casi fatal, el abuso de los guardias - quienes lo han tildado como un “perro” - Ruiz extraña a la hija que tuvo que dejar atrás en Cuba.

Pero como muchos otros, él dijo que no importan las circunstancias que ha resistido estando preso, nada le aterroriza más que ser deportado.

“Está tan mal [en Cuba] que prefiero quedarme en aislamiento que regresar a mi país”, dijo.

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